Vicente Grau Carrión un dosagüero de pura raza como lo atestiguan los dos apellidos que lleva, nos comenta sobre este rinconcito que le vio nacer a mediados del siglo pasado. Esta ubicado en la calle Arrabal del Castillo, número 6 :
"Era una casa pequeña, ( aunque ahora me dicen que esta totalmente reformada no solo en su fachada, si no totalmente por dentro) que por aquel entonces tenia el comedor al entrar con una mesa de madera ovalada en las esquina y alargada, había un escalón entre la entrada y donde estaba la mesa, a la izquierda de la entrada había una pequeña escalera hacia la cambra y una pequeña habitación que es la del balcón de encima de la puerta de entrada que se ve hoy, entonces era una ventana, en esa habitación dormía yo, el resto de la parte de arriba era cambra con trastos múltiples, aperos de caballo, muebles, etc, abajo y casi en el hueco de la escalera de subida a la cambra, estaba una pequeña cocina, y al lado de la ciénaga, el dormitorio de mis padres."
"Un duelo entre insectos"
El primero es un recuerdo podríamos llamarlo como la relación con la naturaleza y la interacción de un niño de cuatro años con ella.
Estando sentado en la replaceta enfrente a la entrada de casa, de cuclillas, llevaba un pantalón corto gris y una camisa blanca, había cogido un parotet y lo sostenía preso por las alas mientras lo dejaba posarse en un dedo de mi mano contemplando como se posaba y lo alargado que tenia su cuerpo; cuando de repente y sin saber de donde había salido, me vi algo parecido frente a mi, de color verde y con la cabeza como un grillo, era una mantis religiosa, estaba ante mi como contemplándome con una parsimonia y una serenidad asombrosa. Me quede mirándola con un atisbo de temor y respeto, solté al parotet y durante un un rato largo, quieto, estuve observandolos , sin que ninguno de los dos insectos diese ningún tipo de muestra de inquietud, pues ellos se contemplaban silenciosamente como dos rivales que están midiéndose ante un duelo .
Fue un rato largo, casi eterno, yo fui el primero en marcharme y luego ambos también volaron los animalitos, cada uno por un lado.
Este es un recuerdo, como un flas fotográfico en mi mente por la actitud de que tuvieron ambos insectos.